
Llevamos cinco años sin reformas y en el debate electoral han desaparecido los problemas de la industria, el desarrollo tecnológico, el emprendimiento de alto crecimiento y cómo avanzar hacia una economía más sostenible. Seguimos centrando las cuestiones electorales en el ámbito económico, en el mercado de trabajo, en las pensiones y aparecen multitud de ofertas fiscales a la carta. Los déficits de las administraciones públicas deberían suscitar un debate riguroso sobre estos desajustes permanentes entre el esfuerzo fiscal que realizamos los ciudadanos, los ingresos fiscales y los gastos públicos dirigidos a impulsar políticas de empleo, la oferta de bienes públicos, la renovación de infraestructuras y la redistribución. Sigue leyendo