
En mi último artículo denunciaba la precaria separación de poderes existente en España. Normalmente, la opinión pública manifiesta su preocupación por la creciente intromisión del poder ejecutivo sobre el judicial, mientras a nadie parece importarle demasiado que el legislativo dependa, hasta tal punto del gobierno de turno, que resulte verdaderamente difícil establecer los límites entre uno y otro. Sigue leyendo