
Gastar es fácil. Sobre todo cuando es dinero público que llega del cielo como el maná. Pero lo que resulta verdaderamente difícil es gastarlo bien. Conseguir que ese dinero sea una inversión que nos ayude a mejorar el sistema educativo, innovar en el sistema productivo y empresarial y modernizar las administraciones públicas, es el camino para avanzar en nuestra prosperidad.
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