
La apuesta por un sistema energético limpio ya está lanzada. Se le atribuyen efectos encadenados y virtuosos que nos sacarán de la profundidad de las crisis del siglo XXI. Es la palanca de la riqueza, proclama la propaganda. Gobiernos, ciudadanos y empresas confían una parte de sus esperanzas en que los fondos del Next Generation EU tomen la forma de proyectos de economía verde e impulsen una novísima política industrial y energética. Sin embargo, la transición energética encierra múltiples derivadas y exige reglas de gobernanza que garanticen el desarrollo de incentivos económicos y el equilibrio social. ¡Qué difícil!
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