
Todos los días se enuncian planes que van a cambiar el funcionamiento de nuestra economía y ofrecen expectativas de avanzar hacia una sociedad más próspera. Nos anuncian grandes transformaciones: la energética, la digital, la del talento, la social y medioambiental. Pero los ciudadanos observamos perplejos cómo más ordenadores no mejoran la productividad ni los salarios, más competencias digitales no mejoran la educación, más consultas médicas virtuales empeoran la atención, confianza y calidad de nuestro sistema de salud y más digitalización no reduce la carga burocrática ni los formularios que la administración pública exige, ni mejora la calidad de los servicios públicos.
Sigue leyendo