
Imaginemos la escena. En la primavera de 1954 se celebra una boda de postín en Madrid. Al enlace entre una licenciada en Filosofía y Letras y un espigado ingeniero de Caminos asisten, como padrinos, testigos e invitados, un arzobispo castrense, seis ministros en activo (de Justicia, Exteriores, Educación, Obras Públicas, Ejército del Aire y Gobernación), un ex ministro de Hacienda, el presidente del Consejo de Estado y de las Cortes españolas, el secretario general del Movimiento (para los muy jóvenes, nada que ver con el running), el presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (el padre de la novia), el presidente del Tribunal Supremo, el gobernador del Banco de España, Sigue leyendo